Daño. Órganos, sueños, razón, verdad, anhelos. Todo eso compartimos, pero hoy me deslumbro con los daños.
Deslumbrar, Asombrar. Todo lo que resulta llamativo proviene de quitarle la luz a algo. De quitarle el brillo, los chirimbolos y verlo desnudo en la oscuridad.
De ahí partimos, de estar en bolas y a oscuros, y es cuando más puros fuimos.
No concuerdo necesariamente ahora con la idea de que lo oscuro es lo malo. Lo negro se mancha menos, lo blanco corre ese riesgo eterno de ser imperfecto.
Arratonado, pero siempre negro. El blanco termina variando en ese matiz de colores cremita que me da una furia total, la misma furia que me dan las mujeres cremita.
Pq nunca seré una de ellas, flotando impune con flores, pechos regordetes, ropa al tono con la vereda y mirada al cielo, como si hubieran caído de ahí sin reparos pero con la abnegación deprimente del que no se anima a preguntar.
Ah! y también pq ponen en evidencia mi negro, con el que finalmente, he decidido amigarme.
Nota de autor: si te preguntaste que carajo es una mujer cremita, probablemente lo seas, y si lo sos, seguramente jamás te lo cuestionaste.