jueves, 31 de marzo de 2011

Parece Joda


Camino. La maleza me golpea los ojos. Corro las ramas y vienen con más fuerza, a la cara, latigazos.
Se abre el monte. Tres senderos adelante. Lo que venía siendo uno, se bifurca. Ya no puedo seguir por ese recorrido que parecía englobar incomodamente mi vocación: actuar, dirigir o perecer.
Perecer en un laburo monótono que me de el dinero y la estabilidad para cantar, pintar, recorrer, ir al oftalmólogo y ensayar.
Dirigir, allá en el tiempo, en un mundo casi surrealista al cual llegaré, si llego, luego de transpirar, no dormir, llorar, ofuscarme, divertirme, pero ofuscarme.
Actuar. Me quita el aire. Y la comida, el cine, la pilcha, el cursito, la escapada de finde largo.

Y desacomodo las variables, las analizo, me suda el cerebro. Las apilo y las meto en ese cajón que me ocupa el fondo de la cabeza, ese que empuja con vida propia para que lo abra.

Me voy a entregar. Al destino. Así, en pelotas, como vengo, como voy. Ya hice todo, ya repartí las cartas. Me falta levantarlas y jugar con lo que toque. Yo corte el mazo, el resto que venga.

Si me tocan limones, limonada... Pero por Dios! Que me toque un Pommery y se descorche esta vida que tengo en el pecho, la que quiere salir a los gritos, a los susurros, al vómito, pero salir.

Qué carrusel de basura la vida! Revolvés, encontrás, descartás, reutilizas. Hay que aprender a volverla sustentable.

martes, 15 de marzo de 2011

Orden!


Rulos. Blancos. Como de nylon. Arrugas, misma cara, 40 años más. Una especie de toga, larga, doblados los puños, es grande. Martillo. Golpe, golpe, golpe.

Pelo corto. Rojizo. Brushing. Lapiz labial de Farmacity. Traje gris. Zapatos de local barrial. Negros, taco grueso. Litiga, litiga, tapa los golpes con la voz.

Pelo largo. Revuelto. Rojizo. Colita alta. Chicle. Globos. Campera de cuero. Remera bordó. Masca, masca y levanta el dedo acusador.

Pelo eterno. Suelto. Raya al costado. Rojizo. Manos en la cara. La sostienen. Sentada tras una mesa. Llora en silencio. Se agacha, el dedo la apunta.

Es el juicio de la mente. Es todas: la jueza, la abogada barata, la acusante y la acusada.

El delito? Querer todo, todo y más.
La condena? Vivir con este hambre voraz.
El Padecimiento? Intermitente. Cuando le pinta el protagonismo a más de una a la vez.

La que quiere, desmedida: quiere postgrado, quiere las tablas, quiere la guita, quiere el idioma, quiere el pasaporte lleno de sellos, quiere que la amen, quiere que la conozcan, quiere ser anónima para comprarse discos en el mercado de pulgas de Amsterdam. Quiere una banda donde ella canta, fuck off el talento. Quiere dirigir pero le da paja hacerlo. Quiere estar ahí. Arriba. Alto. Con los premios. Quiere irse a la concha de la lora, sabiendose lograda. Quiere no pensar si puede, quiere sólo hacerlo. Que broten las cosas, las chances, los proyectos, que todo sea sisisi hasta que se canse de poder. Quiere que sea gratis, por trueque: soy linda, te dejo que me veas vivir mi vida a cambio de que haga lo quiera, podemos?

La que acusa: de algo hay que vivir, el hippismo no es lo tuyo, bien que te gusta comer afuera, comprarte pilchas, ir a un recital. Bien que te jode que te miren por la calle, la responsabilidad, la presión, el rush adrenalínico. Te incomoda la luz, el spot, el reconocimiento. Donde lo pondrías? Tanto lo esperaste que el espacio para eso se llenó de veladores, ruedas de auxilio y un gato muerto.

La Abogada: defiende. De quién y por qué? Porque alguien tiene que hacerlo. Pone en la balanza, presenta los cargos, los maneja a su antojo, los disfraza, los compra y los vende. Luego los anula, los ensucia, los escupe con risa y dientes amarronados.

La jueza: Tiene peluca. Que podemos decir de alguien que todavía usa ese tipo de peluca? Está ahí porque alguien tiene que poner coto. Coto a qué? Coto a esta demencia que les hace chorrear el cerebro. Sale liquido encefálico, juguito verde con olor a chuleta. Sale por la nariz cuando estornuda y por los ojos cuando llora. Saleee y no para y Elite le ofrece acciones en la Bolsa de tanto llenarla.

Y así van, las 4 de la mano. Paseando, atadas con esa soga de perro que usan los padres que no pueden controlar a sus hijos de hecho. Pasean, se tientan, lo piensan, lo suben, lo bajan y lo acomodan ahí, donde menos ruido hace, debajo de la almohada. Lo duermen. Y lo sueñan. Se levantan como si se hubieran acostado hace 3 minutos. Cansadas. Porque el martillo, el dedo, el traje barato, el chicle y los sueños no la dejan dormida.

viernes, 11 de marzo de 2011

No confundamos!



Carruseleros: mi inspiración NO se tomó vacaciones.
No es que haya dejado de escribir. Es que estoy armando un sitio que nucleé todo mi trabajo (lo que me animo a publicar, lo que me animo a realizar) en una página que se llama


La estoy sincronizando, metiéndole fotos y demases. Cuando balanceé contenidos seguiré escribiendo más. Mientras, disfruten de mis otros encantos.

Este año exploto, lo presiento...
Y sino exploto, lobotomía. Pero sin amagos ehhh: clavito en el parietal y a babear con plenitud!