martes, 26 de agosto de 2008

Barca


Ayer en terapia hice un ejercicio que utiliza las visualizaciones para decir lo que no nos sale. Como ya dije, soy más visual que otra cosa, y en cuestión de segundos se armó en mi cabeza un festín de imágenes.

Ahí estaba yo, con un bote de un solo remo, que se impulsa con mi satisfacción personal (si, la idea viene de los Simpson y el autito ecológico).

Este bote me ha llevado a infinidad de lugares, por más que a menudo lo olvide y sienta que estoy remando con un escarvadientes contra la corriente.

Pero esta imagen en particular fue bastante desgarradora:
Rosedal, de día, la luz se cuela entre un par de nubes que no permiten que me bronceé. Caen flocitas de los árboles, todos se divierten. Todos, menos la tripulación de mi pequeño bote. Yo y mi satisfacción personal.

Pasa el tiempo, y sólo puedo enfocarme en que mi bote es unipersonal, en que el remo me pesa, en que perder un remo le quita sentido al viaje.
Por momentos comprendo que se puede remar con uno, hasta q veo que sólo giro en circulos sobre mi propio eje. De más está decir que esto no ayuda a mi satisfacción personal, la que no mueve mi embarcación.

Anochece, y ahí estoy, sola, en un bote de un solo remo, en el medio del lago.
Ya no caen flores y nadie se divierte, no poque yo esté triste, sino pq ya no están ahí.


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